A pesar de que, en los últimos años, el concepto “electromovilidad” ha tomado una gran relevancia y se ha popularizado en las industrias transportistas, lo cierto es que este término ha formado parte de la vida como sociedad desde hace décadas, pues, en el caso del transporte, se ha materializado a través de tranvías o trenes ligeros, por ejemplo.
Y es que la concepción del primer vehículo eléctrico data del siglo XlX, pues fue el inventor escocés Robert Anderson quien lo desarrolló aproximadamente en la década de 1830, es decir, hace casi doscientos años.
No obstante, a pesar de que se ha expandido a diversos medios de transporte y tipos de vehículos, la realidad es que, en el caso de los camiones de carga y la industria transportista terrestre, el camino hacia la electromovilidad todavía parece lejano.
Aunque la transformación dirigida a una movilidad sostenible puede traer grandes beneficios, son muchos los factores que se interponen o contribuyen a que una transición de este tipo no parezca darse ni siquiera de forma escalonada o parcial, ya que, en el transporte de carga, los casos son aislados. }
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La electromovilidad y el transporte terrestre.
Tal y como su nombre lo sugiere, la electromovilidad se refiere a la utilización de vehículos eléctricos para el desplazamiento, y de acuerdo con BBVA, “los vehículos eléctricos son aquellos que están impulsados por un motor alimentado por una fuente de energía eléctrica que, posteriormente, se transforma en energía cinética”.
Al no utilizar gasolinas, los vehículos que funcionan a partir de la energía eléctrica no producen emisiones de residuos, contaminantes o gases de efecto invernadero, por lo que son beneficiosos para el cuidado del medio ambiente y la salud de las personas, además de que proporciona el escenario ideal para la eficiencia energética.
En el caso del transporte de carga, al menos en México, la transición hacia una era mayormente eléctrica aún se vislumbra muy distante, pues son pocas las empresas que comienzan a apostar por modelos sostenibles en sus flotillas.
Bimbo es un ejemplo del impacto de este concepto en sus unidades de carga, pues posee la flotilla eléctrica más grande de México y una de las más extensas en Latinoamérica, teniendo alrededor de 1300 unidades distribuidas en todo el país.
Por otro lado, recientemente Coca Cola FEMSA incorporó 45 tractocamiones T1 de la marca Kenworth; esta nueva flota cuenta con motores con certificación EPA 17 y tecnología amigable con el medio ambiente que permite reducir hasta en 83% la emisión de gases como el óxido nítrico (NO) y el dióxido de nitrógeno (NO2).
Sin embargo, solo las grandes empresas han podido adquirir unidades eléctricas, lo que se traduce en un volumen bajo de camiones de este tipo en tránsito en las carreteras mexicanas.
Esto se debe a varios factores, pues por un lado, la economía de una gran cantidad de empresas establecidas en el país no permite la adquisición de vehículos y la transición de sus flotillas de transporte hacia un modelo sostenible, lo que vuelve sumamente complicado un cambio a camiones eléctricos.
Por otro lado, ni la cultura de la movilidad ni la infraestructura en México son suficientes para que en suelo azteca se adopte una transformación de este tipo, al menos no en el corto ni mediano plazo.
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Contexto de la movilidad eléctrica en México.
México es un país que, por los factores descritos anteriormente y debido a otros tantos, es catalogado como “no apto” para la movilidad eléctrica, al menos en el transporte no público, aunque es verdad que se está convirtiendo en una tendencia cada vez más relevante, pues la adquisición de vehículos eléctricos aumenta año con año.
Por otro lado, este tipo de unidades ya pueden gozar de algunos beneficios a lo largo del territorio mexicano, pues en vialidades con peaje tienen un descuento sobre este del 20%.
Según Forbes, “también existen tarifas preferenciales de electricidad e instalación gratuita de medidores para estaciones de recarga domiciliaria; exención de pagos del impuesto sobre automóviles nuevos (ISAN) y del impuesto a la tenencia en los estados en donde aplica”.
De acuerdo con José Zozaya, presidente ejecutivo de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA), aunque todavía falta un extenso camino por recorrer, considera que “se requiere un marco jurídico y normativo adecuado, el fortalecimiento de la infraestructura de carga, educar al consumidor y la implementación de incentivos fiscales y no fiscales”.
La electromovilidad es un concepto que en México y Latinoamérica ha tomado importancia en los últimos años, aunque lo cierto es que se tiene que lidiar con diferentes condicionantes para lograr una transformación de mayor escala, como, por ejemplo, contar con la infraestructura necesaria y combatir la falta de cultura de la movilidad.
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Fuentes: Forbes.